Este domingo tuvimos que adelantar nuestro reloj una hora gracias a la entrada del horario de verano.
De acuerdo con los argumentos oficiales esta medida busca aprovechar por más tiempo la luz natural y ahorrar energía, aunque hay demasiados detractores a esto.
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Acostumbrarse al nuevo horario puede tomar hasta una semana. Durante estos días, espera cambios de humor y sobre todo, una disminución en tu productividad.
Investigadores del Instituto Karolinksa de Estocolmo, Suecia, concluyeron en 2008 que los ataques cardiacos aumentaban ligeramente durante las tres primeras semanas luego del cambio de horario, probablemente por la falta de sueño.
De forma contraria la tasa de infartos disminuía cuando se hacía el cambio al horario de invierno, pues la gente tenía una hora más para dormir.
Modificación del reloj biológico, es decir, se puede alterar la producción de insulina por la mañana, pues al estar acostumbrados a tener un horario ya establecido, nuestro cuerpo comienza la producción de esta sustancia que nos ayudará a metabolizar el desayuno, incluso antes de tenerlo listo.
Investigadores de las universidades Johns Hopkins y Stanford, en Estados Unidos, analizaron la información recopilada durante 21 años de la Administración estadunidense de Seguridad en el Transporte y encontraron una alza mínima en el número de accidentes que sucedían el lunes después del cambio de horario.
Además, varios estudios han demostrado que el ahorro de energía es mínimo, pues aunque se reduce el uso de luz artificial, cada vez son más las casas y lugares de trabajo que necesitan aire acondicionado o calefacción.