En una actuación que asemeja mucho más a tiempos ancestrales que a una democracia moderna, el Presidente López Obrador, tan hábil como es manejando símbolos, entregó el jueves a Claudia Sheinbaum el bastón de mando de la Cuarta Transformación… Pero las horas que vinieron después han dejado claro que Sheinbaum es el nuevo rostro del movimiento y por ello ha dado dos pasos neurálgicos… En una cena convocada por el Presidente se reunió en el restaurante El Mayor, del centro de la ciudad de México, la plana principal de Morena… Y estuvieron todos menos uno, Marcelo Ebrard, perdedor de la encuesta que hoy anunciará su futuro político… Y que ayer comenzó una lucha para impugnar los resultados del procedimiento y exigir que la encuesta vuelva a levantarse morena… Pero en aquella reunión del jueves, López Obrador tuvo también un momento muy simbólico, no solo hablamos de que entregó la 4-T a una mujer que ganó una encuesta por ser la más alineada con él… Dio el bastón frente a las ruinas del Templo Mayor… El corazón de la cosmovisión mexica… El portal por el que se asciende a niveles celestes muy cerca de los dioses, pero también donde se accede a lo más profundo del inframundo según la historia de nuestros ancestros… Esa visita es sin duda aleccionadora y simbólica, porque se sabe que entre más arriba se llegue, una eventual caída resulta fatal… Porque en sus manos Sheinbaum tiene el futuro del movimiento político más importante de nuestros tiempos… Y aunque el 2024 empezó hace mucho, el jueves con la entrega del bastón de mando ha entrado en una nueva etapa… Por ello y sin tiempo que desperdiciar, Claudia Sheinbaum ha hecho dos movimientos estratégicos… El primero fue reunirse con Adán Augusto López…
